¿Qué es el cáncer de pulmón?
Entre todas las neoplasias, el cáncer de pulmón es el tipo más incidente (en términos de nuevos casos) y causa el mayor número de muertes en todo el mundo. En Brasil, es el segundo más frecuente en hombres y mujeres (sólo superado por el cáncer de piel no melanoma). Según datos del Observatorio Mundial del Cáncer (GLOBOCAN), en 2020, el 11,4% de todos los nuevos casos de cáncer en el mundo fueron de pulmón.
El INCA estima que se diagnosticaron 30.200 nuevos casos en Brasil en 2020, 17.760 hombres y 12.440 mujeres. La enfermedad fue responsable de 26.498 muertes en 2015 en el país.
La buena noticia es que el cáncer de pulmón puede tener una incidencia menor mediante el control de su principal factor de riesgo, el tabaquismo. Tanto es así que su tasa de incidencia ha descendido desde la década de 1980 entre los hombres y desde la década de 2000 entre las mujeres. Esto fue el resultado de las campañas de concienciación sobre los males del tabaquismo y la exposición pasiva al tabaco. En aproximadamente el 85% de los casos diagnosticados, está asociada al consumo de derivados del tabaco.
Subtipos del cáncer de pulmón
Existen dos principales tipos de cáncer de pulmón:
1) Cáncer de pulmón no microcítico (CPNM) — entre el 80% y el 85% de los cánceres de pulmón son CPNM. Los principales subtipos de CPNM son:
- Adenocarcinoma — el tipo más frecuente en la actualidad. Se origina en las células secretoras de sustancias, como el moco. Este tipo de cáncer de pulmón se da sobre todo en fumadores o ex fumadores, pero también es el tipo de cáncer de pulmón más frecuente entre los no fumadores. Es más frecuente en mujeres que en hombres, y es más probable que aparezca en personas jóvenes que otros tipos de cáncer de pulmón;
- Carcinoma de células escamosas (o epidermoide) — comienza en las células escamosas, que son células planas que recubren el interior de las vías respiratorias. Suele estar relacionado con el tabaquismo y localizarse en la parte central de los pulmones, cerca del bronquio, que es la principal vía respiratoria del cuerpo humano; y
- Carcinoma de células grandes (no diferenciado) — puede aparecer en cualquier parte del pulmón. Tiende a crecer y extenderse rápidamente, lo que dificulta su tratamiento.
2) Cáncer de pulmón microcítico (CPM) — entre el 10% y el 15% de todos los cánceres de pulmón son CPM, que tiende a crecer y extenderse más rápidamente que el CPNM. La multiplicación de sus células lo hace más sensible al tratamiento con quimioterapia y radioterapia, y su agresividad está relacionada con mayores tasas de recaída (reaparición) de la enfermedad. Además, alrededor del 70% de las personas con CPM ya tienen metástasis en el momento del diagnóstico.
Síntomas y signos del cáncer de pulmón
Aunque pueden aparecer al principio del desarrollo de la enfermedad, los síntomas del cáncer de pulmón no suelen aparecer hasta que ha alcanzado una fase avanzada. No son específicos de la enfermedad, y los más frecuentes son:
- Tos persistente;
- Esputo sanguinolento;
- Dolor torácico;
- Dolor óseo;
- Cefalea (dolor de cabeza);
- Ronquera;
- Falta de aliento o su exacerbación;
- Pérdida de peso o de apetito;
- Neumonía recurrente o bronquitis;
- Derrame pleural (acumulación anormal de líquido en la pleura);
- Sensación de cansancio o debilidad;
- Alteración del ritmo habitual de la tos en los fumadores, con ataques en momentos inusuales.
3) Otros tumores menos frecuentes que pueden aparecer en los pulmones o los bronquios son los tumores neuroendocrinos (carcinoides), los carcinomas adenoides quísticos y los carcinomas mucoepidermoides, entre otros.
h5-Diagnóstico del cáncer de pulmón
Las personas que tienen un riesgo elevado de padecer cáncer de pulmón deben considerar la posibilidad de someterse a un examen preventivo cada año. Según la US Preventive Service Task Force, se sugiere un examen anual con tomografía computarizada de tórax de baja dosis a los adultos de 50 a 80 años con un riesgo elevado de cáncer de pulmón (fumadores de al menos 20 paquetes/año y fumadores activos o ex fumadores que han dejado de fumar en los últimos 15 años).
En los pacientes con sospecha de cáncer de pulmón, el médico puede solicitar alguna de las siguientes pruebas:
Radiografía de tórax — es la prueba de imagen más habitual para un primer intento de diagnóstico (ante la presencia de síntomas) o mediante la cual se detecta el tumor pulmonar de forma accidental (porque se ha solicitado por otros motivos de salud del paciente). La radiografía permite ver con claridad los pulmones y observar en ellos tumores o imágenes sospechosas que conducen a una investigación más detallada mediante otras pruebas;
Biopsia — se utiliza para tomar una pequeña muestra de células que se analizarán posteriormente (para saber si son cancerosas o no). Una biopsia pulmonar puede realizarse de varias formas:
- Broncoscopia — el médico examina las vías respiratorias de los pulmones mediante un tubo iluminado que baja por la garganta y llega hasta los pulmones;
- Mediastinoscopia — se realiza una incisión en la base del cuello, detrás del esternón, a través de la cual se introducen instrumentos quirúrgicos para tomar muestras de tejido de los ganglios linfáticos. El proceso es indoloro, ya que se realiza bajo anestesia;
- Biopsia con aguja guiada por pruebas de imagen — el médico utiliza recursos de pruebas de imagen, como radiografías o tomografía, para guiar una aguja a través de la pared torácica y tomar muestras de tejido pulmonar.
Si efectivamente se diagnostica el cáncer, el médico ordenará otras pruebas para determinar su estadio, lo que será útil para elegir el tratamiento.
Los estadios del cáncer de pulmón se indican con números romanos que van del I al IV; los estadios inferiores indican que el cáncer se limita al pulmón y en el IV se considera avanzado y se ha extendido a otras zonas del cuerpo.
Tratamiento del cáncer de pulmón
El tratamiento del cáncer de pulmón es multidisciplinar, es decir, requiere un equipo formado por profesionales de distintas especialidades, como oncólogos, cirujanos torácicos, neumólogos, radioterapeutas, radiólogos intervencionistas, médicos nucleares, enfermeros, fisioterapeutas, psicólogos, nutricionistas y trabajadores sociales.
En pacientes con enfermedad localizada y sin ganglio linfático agrandado (bulto en el ganglio linfático) en el mediastino (región entre los dos pulmones), el tratamiento suele ser quirúrgico, seguido o no de quimioterapia y/o radioterapia.
En los casos de enfermedad localizada en los pulmones y los ganglios linfáticos, el tratamiento puede llevarse a cabo con radioterapia y quimioterapia simultáneamente, seguidas de inmunoterapia en aquellos que no hayan mostrado progresión de la enfermedad (es decir, que no haya aumentado de tamaño ni se haya extendido a otros lugares). En pacientes seleccionados, puede recurrirse a la cirugía seguida de quimioterapia.
En los pacientes que presentan metástasis (es decir, que el cáncer ha alcanzado órganos distintos del pulmón), el tratamiento tradicional es la quimioterapia. Sin embargo, hoy en día, gracias a los avances de la investigación científica, ya es posible identificar mutaciones específicas responsables del crecimiento tumoral.
Cuando esto ocurre, la opción es utilizar un fármaco dirigido para tratarla. Para los pacientes sin esta diana (mutación), la inmunoterapia puede o no utilizarse en combinación con la quimioterapia. Por lo tanto, es esencial que cada caso se evalúe individualmente, abriendo la posibilidad de identificar estas particularidades.
Tipos de tratamiento del cáncer de pulmón
Cirugía: La cirugía consiste en la extirpación del tumor con un margen de seguridad, así como la extirpación de los ganglios linfáticos próximos al pulmón y situados en el mediastino. Es el tratamiento de elección porque proporciona mejores resultados y control de la enfermedad. Alrededor del 20% de los casos son susceptibles de tratamiento quirúrgico. Sin embargo, en la gran mayoría (entre el 80% y el 90% de los casos), la cirugía no es posible en el momento del diagnóstico debido a la extensión de la enfermedad (estadio avanzado) o al estado clínico del paciente.
Las cirugías para tratar el cáncer de pulmón pueden ser:
- Segmentectomía y resección en cuña: cuando se extirpa una pequeña parte del pulmón (sólo el segmento o parte del segmento que rodea al tumor). Esta técnica está destinada a pacientes con tumores pequeños que no pueden soportar una cirugía mayor debido a su edad o a condiciones clínicas y/o respiratorias limitadas;
- Lobectomía: es la cirugía principal para el tratamiento del cáncer de pulmón. Consiste en extirpar todo el lóbulo pulmonar donde se encuentra el tumor;
- Neumectomía: extirpación de todo un pulmón. Tiene un mayor riesgo de mortalidad y su indicación se restringe a casos seleccionados, utilizándose raramente en la actualidad.
Quimioterapia: destinada a destruir las células cancerosas, así como a reducir el crecimiento del tumor o los síntomas de la enfermedad.
Radioterapia: utiliza la radiación para destruir las células cancerosas y puede realizarse antes (neoadyuvante) o después de la cirugía (adyuvante), o junto con la quimioterapia.
Terapia dirigida: esta forma de tratamiento es la más adecuada para los pacientes cuyos tumores presentan alteraciones moleculares específicas.
Inmunoterapia: Estrategia en la que se utiliza el propio sistema inmunitario del paciente para combatir el cáncer. A menudo, el organismo es incapaz de atacar el cáncer porque las células cancerosas producen proteínas que ayudan a camuflarlas del sistema inmunitario. La inmunoterapia interfiere en este proceso y ayuda a identificar y combatir las células cancerosas.
Cuidados paliativos: enfoques capaces de minimizar los síntomas de cualquier tipo de cáncer. En el carcinoma de pulmón, pueden aliviar la falta de aire y el dolor, así como los efectos adversos de los tratamientos (náuseas, vómitos o fatiga).
Prevención del cáncer de pulmón
Algunas actitudes pueden ayudar a reducir el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón, como:
- No empezar a fumar;
- Si ya es fumador, dejar de fumar lo antes posible;
- Evitar estar cerca de personas que fuman, ya que esto le convierte en fumador pasivo (al inhalar el humo);
- Evitar la exposición a agentes químicos (arsénico, amianto, berilio, cromo, radón, uranio, níquel, cadmio, cloruro de vinilo y éter clorometílico) presentes en determinados entornos laborales. Asegurarse siempre de utilizar el equipo de protección individual (EPI) adecuado.