¿Qué es el cáncer de piel no melanoma?
El cáncer de piel es una enfermedad causada por el crecimiento anormal e incontrolado de las células que componen la piel. Se disponen en capas, y el tipo de cáncer de piel puede ser melanoma o no melanoma (carcinomas basocelular y de células escamosas) en función de las que estén afectadas. De todos los tipos de tumores malignos registrados en Brasil, el cáncer de piel no melanoma es el más frecuente: representa alrededor del 30% de los casos.
Cáncer de piel: incidencia, subnotificación y factores de riesgo.
En el universo de neoplasias que comprometen la piel, es el más frecuente en el país: para 2023-2025, el INCA (Instituto Nacional del Cáncer) ha estimado 483.000 nuevos casos de cáncer de piel no melanoma. Es importante señalar, sin embargo, que se sabe que el cáncer de piel no se notifica, lo que significa que las cifras reales de casos tienden a ser mucho más altas.
En el mundo, el cáncer de piel no melanoma es el quinto cáncer más frecuente en hombres y mujeres, con más de un millón de diagnósticos al año.
Es más frecuente a partir de los 40 años y poco frecuente en niños y personas de piel negra, a excepción de aquellos que ya padecen enfermedades cutáneas. Las personas de piel clara, sensibles a los rayos solares o con enfermedades cutáneas previas son las más afectadas.
Su causa más frecuentes es la exposición prolongada y repetida a los rayos ultravioleta del sol, especialmente en la infancia y la adolescencia. El daño solar es persistente y acumulativo a lo largo de la vida.
Subtipos de cáncer de piel no melanoma
Existen dos tipos de cáncer de piel no melanoma:
- Carcinoma basocelular (CBC) — es el más frecuente de todos los tipos de cáncer de piel. Surge en las células basales, que se encuentran en la capa más profunda de la epidermis (la capa superior de la piel). Es más frecuente en zonas frecuentemente expuestas al sol sin protección, como la cara, las orejas, el cuello, el cuero cabelludo, los hombros y la espalda, y más raramente puede desarrollarse en zonas no expuestas. Su tipo más común es el CBC nodular y ulceroso, una pápula roja y brillante con una costra central que puede sangrar con facilidad; y
- Carcinoma de células escamosas (CCE) — es el segundo más frecuente de todos los tipos de cáncer. Aparece en las células escamosas, que constituyen la mayor parte de las capas superiores de la piel. Puede manifestarse en todas las partes del cuerpo, pero es más frecuente en zonas a menudo expuestas al sol sin protección, como la cara, las orejas, el cuello, el cuero cabelludo, los hombros y la espalda. Es dos veces más frecuente en hombres que en mujeres.
Además de la exposición a los rayos ultravioleta del sol, el CCE puede estar asociado a heridas crónicas, cicatrices en la piel, el uso de fármacos inmunosupresores antirrechazo para el trasplante de órganos y la exposición a determinados agentes químicos o radiaciones.
Los CCE (carcinoma de células escamosas) suelen ser de color rojizo y adoptar la forma de hematomas o llagas gruesas y escamosas que no cicatrizan y en ocasiones sangran, y pueden tener aspecto de verruga.
Síntomas y signos del cáncer de piel no melanoma
El principal síntoma del cáncer de piel no melanoma es la aparición de marcas o “lesiones” en la piel con características muy distintivas:
- Manchas en la piel que pican, arden, se descaman o sangran; y
- Heridas que no cicatrizan en hasta cuatro semanas.
Si notas estos cambios en la piel, es importante que acudas al médico. Su médico de confianza, de cabecera o ginecólogo serán esenciales para esta evaluación. El dermatólogo es un especialista esencial en este momento.
Diagnóstico del cáncer de piel no melanoma
El primer paso para diagnosticar un cáncer de piel melanoma es un examen clínico realizado por un médico, preferiblemente un dermatólogo.
Una vez detectada la posibilidad de que un nódulo, mancha o llaga sea un carcinoma, se pasa a la dermatoscopia, un examen realizado exclusivamente por un dermatólogo, en el que un aparato permite visualizar determinadas capas de la piel que no se ven a simple vista.
Suele ser necesario complementarlo con un examen histopatológico, que es la evaluación de la anomalía, parcial o totalmente extirpada mediante biopsia. Es entonces cuando se confirma el diagnóstico y se indica el mejor tipo de tratamiento.
En algunos casos, la dermatoscopia puede evitar a los pacientes la biopsia, una prueba invasiva que deja una cicatriz quirúrgica en la piel.
Tratamiento del cáncer de piel no melanoma
- Cirugía — El tratamiento estándar más adecuado para el cáncer de piel no melanoma, ya sea basocelular o de células escamosas, es la cirugía, que permite el control histopatológico de la lesión. Cuanto más tempranas sean la sospecha y el diagnóstico, mayores serán las posibilidades de curación.
- La cirugía micrográfica es un método que puede ser útil en algunas situaciones, ya que permite un mayor control de los márgenes del tumor resecado, lo que da mayores posibilidades de curación. En algunos casos, la radioterapia puede combinarse con la cirugía. Una vez diagnosticado el cáncer de piel no melanoma, el dermatólogo puede plantear diferentes opciones de tratamiento, que se discutirán e individualizarán para cada paciente.
- La terapia fotodinámica, que consiste en el uso de una crema fotosensible sobre el tumor, con la posterior aplicación de una fuente de luz para la destrucción selectiva de las células neoplásicas, es una opción para la queratosis actínica (una lesión precursora del cáncer de piel no melanoma), el carcinoma basocelular superficial y el carcinoma de células escamosas in situ (también llamado enfermedad de Bowen).
La criocirugía con nitrógeno líquido, la quimioterapia y la inmunoterapia tópica también son opciones para estos tipos de cáncer. Se ha demostrado que distintos métodos son eficaces, pero debe consultarse a un dermatólogo con experiencia para evitar la recidiva.
Prevención del cáncer de piel melanoma
Dado que el mayor factor de riesgo del cáncer de piel no melanoma es la exposición a los rayos ultravioleta del sol, la mejor forma de prevención es evitar la exposición sin protección de 10.00 a 16.00 horas, cuando su incidencia es más intensa.
Incluso antes y después de estas horas, se recomienda proteger la piel con sombra (natural o de sombrillas, parasoles y carpas), ropa, gorras y sombreros, y gafas de sol con protección UV en los cristales. Debe aplicarse sobre la piel un protector solar con un factor de protección FPS 30 como mínimo. Los labios requieren productos específicos para protegerlos, ya que son una zona más delicada.