Tipos de cáncer

Intestino Delgado

El cáncer de intestino delgado es el menos común entre los tumores del sistema gastrointestinal. Algunos de los síntomas incluyen aparición de masa abdominal, dolor abdominal, pérdida de peso sin razón aparente, fatiga y anemia. Aprende más.
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por: Oncoclínicas
Intestino Delgado
El cáncer de intestino delgado es el menos común entre los del sistema gastrointestinal. Los síntomas incluyen dolor abdominal, pérdida de peso, fatiga y anemia.

¿Qué es el cáncer de intestino delgado?

El intestino delgado forma parte del tracto gastrointestinal (TGI), también conocido como sistema digestivo. El TGI procesa los alimentos para obtener energía y nutrientes y elimina los desechos sólidos del cuerpo. Es la sección más larga del TGI (aproximadamente 6 metros de longitud) y se denomina intestino delgado por su menor calibre en comparación con el intestino grueso. El cáncer de intestino delgado es menos común que otros tipos de cáncer gastrointestinal, como el cáncer de colon, recto, estómago y esófago.

La mayoría de los cánceres de intestino delgado (especialmente los adenocarcinomas) se desarrollan en el duodeno, la primera sección del intestino, que mide solo unos 30 centímetros. El cáncer de intestino delgado es una enfermedad poco frecuente en la que las células del tejido intestinal se alteran, crecen sin control y forman un tumor.

Entre sus factores de riesgo, se destacan la edad (tiende a ocurrir con mayor frecuencia en personas mayores de 60 años), el tabaquismo y el consumo de alcohol, dietas ricas en carne roja y alimentos salados o ahumados (como los embutidos), enfermedad celíaca no controlada (consumir gluten, en estos casos, provoca que el sistema inmunológico del cuerpo ataque el revestimiento del intestino), haber tenido cáncer de colon, ser portador de la enfermedad de Crohn, poliposis asociada a MUTYH y fibrosis quística (FQ), además de estar en riesgo de condiciones y síndromes hereditarios, como la poliposis adenomatosa familiar (FAP), el síndrome de Lynch y el síndrome de Peutz-Jeghers (SPJ).

Factores de riesgo del cáncer de intestino delgado

Entre los factores de riesgo más destacados se encuentran:

  • Edad: mayor incidencia en personas mayores de 60 años;
  • Tabaquismo y consumo de alcohol;
  • Dietas ricas en carne roja y alimentos salados o ahumados (como embutidos);
  • Enfermedad celíaca no controlada: el consumo de gluten en estos casos provoca que el sistema inmunológico ataque el revestimiento del intestino;
  • Antecedentes de cáncer de colon;
  • Enfermedad de Crohn;
  • Poliposis asociada al gen MUTYH y fibrosis quística (FQ);
  • Síndromes y condiciones hereditarias: como la poliposis adenomatosa familiar (PAF), el síndrome de Lynch y el síndrome de Peutz-Jeghers (SPJ).

Tipos de cáncer de intestino delgado

El intestino delgado está compuesto por diferentes tipos de células, lo que permite que diversos tipos de cáncer puedan originarse en este órgano. Los cuatro principales son:

  • Adenocarcinomas: se desarrollan en las células glandulares que recubren el interior del intestino y representan entre el 30% y el 40% de los casos. En un principio, pueden parecer pólipos benignos, pero con el tiempo se transforman en cáncer;
  • Tumores carcinoides: son un tipo de tumor neuroendocrino (TNE) de crecimiento lento. Son los tumores más comunes del intestino delgado, generalmente localizados en la parte inferior del intestino. También pueden afectar el apéndice o el recto;
  • Linfomas: comienzan en los linfocitos, células del sistema inmunológico. Este tipo de cáncer puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, incluido el intestino delgado. Frecuentemente afecta a personas con sistemas inmunológicos debilitados;
  • Sarcomas (GIST): cánceres que se originan en tejidos conectivos como los músculos. El sarcoma más común del intestino delgado es el tumor estromal gastrointestinal (GIST).

Síntomas del cáncer de intestino delgado

Los síntomas de los tumores del intestino delgado incluyen:

  • Aparición de una masa abdominal;
  • Dolor abdominal;
  • Pérdida de peso sin causa aparente;
  • Fatiga;
  • Anemia.

En algunos casos, el primer síntoma es dolor en la región del estómago. A medida que el tumor crece, puede bloquear parcialmente el paso de los alimentos, intensificando el dolor. Un bloqueo completo del intestino provoca vómitos, distensión y dolor abdominal intenso

Diagnóstico del cáncer de intestino delgado

La detección temprana del cáncer generalmente permite más opciones de tratamiento. Sin embargo, al tratarse de un cáncer poco común, no se realizan pruebas de cribado para detectar la neoplasia en personas asintomáticas.

Se recomiendan exámenes regulares para personas con ciertas síndromes genéticas hereditarias que presentan un mayor riesgo de desarrollar tumores en el intestino delgado, especialmente en el duodeno.

Los exámenes diagnósticos más utilizados para el cáncer de intestino delgado son:

Rayos X con contraste de bario
Se utiliza una solución de bario para llenar el TGI, lo que permite que los tumores sean más visibles. Aunque no es el mejor examen, su costo más bajo lo hace más accesible.

Serie gastrointestinal superior
Evalúa el esófago, el estómago y la primera parte del intestino delgado (duodeno). El contraste de bario ingerido recubre el revestimiento interno del tracto, delineando anomalías de mayor volumen.

Enteroclisis
El bario se introduce en el intestino delgado mediante una sonda que se inserta por la boca, pasa por el estómago y llega al inicio del intestino delgado junto con una sustancia que dilata el intestino, proporcionando imágenes más detalladas.

Cápsula endoscópica
Examina el revestimiento del segmento medio del TGI, incluyendo las tres porciones del intestino delgado. El paciente traga una cápsula equipada con una microcámara, luz y transmisor, que captura imágenes de alta resolución mientras pasa por el tracto digestivo. Las imágenes se transmiten a un dispositivo externo. La cápsula es eliminada de forma natural, y el procedimiento no requiere sedación.

Tomografía computarizada (TC)
Utiliza rayos X en dosis mayores para obtener imágenes detalladas del cuerpo. Con un software, las imágenes se dividen en secciones para un análisis más preciso. Es útil para identificar metástasis en ganglios linfáticos, hígado u otros órganos.

  • Exámenes de medicina nuclear (PET-TC)
    Combina tomografía con la administración de un radiofármaco, permitiendo análisis funcionales. Por ejemplo, el PET con FDG utiliza glucosa marcada para identificar áreas con mayor metabolismo, como tumores. Otros exámenes específicos incluyen PET con galio y Octreoscan, útiles para evaluar tumores carcinoides.
  • Endoscopia digestiva alta
    Permite examinar el revestimiento interno del esófago, estómago y duodeno. Durante el procedimiento, pueden extraerse muestras de tejido para análisis o eliminar pólipos potencialmente precancerosos.
  • Colonoscopia
    Examina el recto, colon y la parte final del intestino delgado mediante un endoscopio. También permite la extracción de muestras para biopsia o eliminación de pólipos.

Los balones se insuflan y desinsuflan de forma segura y eficaz mediante una bomba de aire que, con simples toques, permite un control riguroso de la presión dentro de ellos. El examen puede realizarse por vía oral o anal.

  • Exámenes de laboratorio
    Incluyen hemogramas para evaluar anemia y análisis bioquímicos de sangre para detectar anomalías en las enzimas hepáticas que puedan indicar metástasis.
  • Biopsia
    Es el único método para confirmar el cáncer. Consiste en extraer una muestra de tejido de la zona sospechosa para su análisis por un patólogo. Puede realizarse mediante endoscopia o, en casos más complejos, a través de cirugía.
  • Pruebas de laboratorio en muestras de biopsia

En el examen de inmunohistoquímica, una parte de la muestra se trata con anticuerpos sintéticos que se unen únicamente a una proteína específica en las células. Si la proteína está presente, los anticuerpos producen cambios de color visibles al microscopio. Este análisis es crucial para determinar el tipo histológico del cáncer del paciente.

En casos de sospecha de GIST (tumor del estroma gastrointestinal), se analizan proteínas como KIT (también conocida como CD117) y DOG1. La mayoría de las células GIST expresan estas proteínas, mientras que las células de otros tipos de cáncer generalmente no lo hacen, lo que hace que esta prueba sea esencial para identificar el tipo de tumor. También pueden evaluarse otras proteínas, proporcionando al patólogo información adicional para definir con precisión el tipo de enfermedad.

Tratamiento para el cáncer de intestino delgado

El tratamiento del cáncer de intestino delgado depende del tipo de cáncer, si el tumor puede ser extirpado completamente mediante cirugía y si la enfermedad aún está localizada o se ha diseminado a otros órganos.

Tratamiento para adenocarcinoma en el intestino delgado

  • Cirugía: Si el cáncer está localizado o cerca del área donde se originó, y no se ha diseminado, la cirugía suele realizarse para intentar extirpar todo el tumor. Si el cáncer se ha extendido demasiado como para ser eliminado por completo, la cirugía puede realizarse para prevenir o aliviar problemas causados por el tumor, que a menudo crece lo suficiente como para obstruir el intestino. El tipo de operación depende de factores como el tamaño y la ubicación del tumor y el estado de salud del paciente.

  • Resección segmentaria: Esta operación elimina el segmento del intestino que contiene el tumor, así como parte del tejido sano circundante. También se extrae tejido cercano con ganglios linfáticos. Puede realizarse mediante una cirugía abierta, con una incisión en el abdomen, o por laparoscopia, que emplea varios cortes pequeños e instrumentos quirúrgicos largos y delgados, con una cámara para asistencia por video.

  • Pancreaticoduodenectomía: Puede utilizarse para tratar el cáncer en el duodeno (la primera parte del intestino delgado), aunque se usa con mayor frecuencia para el cáncer de páncreas. Esta cirugía elimina el duodeno, parte del páncreas, parte del estómago y los ganglios linfáticos cercanos. También se extraen la vesícula biliar y una porción del conducto biliar común, conectando el conducto biliar restante al intestino delgado para permitir el paso de la bilis.

  • Cirugía paliativa: Si el cáncer no puede extirparse completamente, puede optarse por una cirugía paliativa para aliviar síntomas como la obstrucción intestinal, reducir el dolor, las náuseas y los vómitos, y permitir que el paciente se alimente normalmente.

  • Quimioterapia: Los medicamentos quimioterapéuticos atacan las células durante la división celular, afectando principalmente a aquellas de rápida replicación, como las cancerosas. Circulan por el torrente sanguíneo y pueden atacar células cancerosas en cualquier parte del cuerpo. Se usan cuando el cáncer se ha diseminado a otras áreas o después de la cirugía para reducir el riesgo de recurrencia. En el caso de linfomas, es el tratamiento principal. Aunque efectivos, estos medicamentos pueden causar efectos secundarios como náuseas, vómitos, pérdida de apetito, caída del cabello, aftas y diarrea.

  • Radioterapia: Utiliza radiación de alta energía para destruir células cancerosas. Es una opción cuando el cáncer no puede ser extirpado completamente con cirugía y provoca problemas como dolor o sangrado en los intestinos.

    La radioterapia de haz externo es el método más comúnmente utilizado. Los haces de radiación se dirigen al tumor desde una máquina fuera del cuerpo. Los efectos secundarios principales incluyen fatiga, náuseas, vómitos, diarrea y cambios en la piel donde se aplicaron los haces de radiación, como enrojecimiento leve, ampollas y descamación.

    Tratamiento del cáncer de intestino delgado tipo sarcoma (GISTs)

    • Cirugía:
      Si el tumor es pequeño, generalmente puede ser extirpado junto con una pequeña porción de tejido sano circundante mediante una incisión en la piel. A diferencia de otros tipos de cáncer, los GISTs rara vez se diseminan a los ganglios linfáticos, por lo que no suelen ser extraídos.
      Para tumores grandes o que afectan órganos cercanos, el cirujano puede optar por retirar secciones del intestino u otros órganos afectados. En algunos casos, se utiliza un medicamento dirigido antes de la cirugía (tratamiento neoadyuvante) para reducir el tamaño del tumor, facilitando su extirpación.

    • Terapia dirigida:
      Algunos medicamentos están diseñados para atacar proteínas específicas en las células de los GISTs que promueven su crecimiento y división. Este tipo de tratamiento, conocido como terapia dirigida o de precisión, suele ser muy efectivo para GISTs y funciona de manera diferente a la quimioterapia convencional, que no es eficaz en estos casos.

    • Radioterapia:
      Aunque no es comúnmente utilizada en GISTs debido a su limitada eficacia, la radioterapia puede emplearse en ocasiones para aliviar síntomas como el dolor óseo.

    Tratamiento del cáncer de intestino delgado tipo linfoma

    El tratamiento del linfoma en el intestino delgado depende del tipo, el estadio y otros factores del paciente. Las opciones incluyen:

    • Imunoterapia Este tratamiento estimula el sistema inmunológico del paciente para atacar las células del linfoma o ralentizar su crecimiento. Los medicamentos inmunoterápicos ayudan al sistema inmunológico a detectar y combatir el cáncer.

    • Anticuerpos monoclonales Estas proteínas producidas en laboratorio están diseñadas para atacar moléculas específicas en la superficie de los linfocitos, donde suelen originarse los linfomas. Actualmente, se utilizan varios anticuerpos monoclonales para tratar el linfoma no Hodgkin (LNH).

    • Quimioterapia de alta dosis y trasplante de células madre Un trasplante de células madre permite administrar dosis más altas de quimioterapia, a veces combinadas con radioterapia. Esto se realiza para destruir más células cancerosas sin causar daño irreversible a la médula ósea, ya que las células madre trasplantadas restauran su función posteriormente.
      Este procedimiento es utilizado en pacientes en remisión o que han recaído durante o después del tratamiento.

    Las dosis de quimioterapéuticos suelen estar limitadas por los efectos secundarios que estos medicamentos pueden causar. Aunque dosis más altas podrían destruir una mayor cantidad de células cancerosas, no se utilizan debido al daño severo que podrían provocar en la médula ósea, donde se producen nuevas células sanguíneas.

    Sin embargo, con un trasplante de células madre, los médicos pueden administrar dosis elevadas de quimioterapia, ya que el paciente recibe posteriormente un trasplante de células madre hematopoyéticas para restaurar la función de la médula ósea.

    Estos trasplantes se emplean en ocasiones para tratar pacientes con linfoma que están en remisión o que han experimentado una recaída durante o después del tratamiento inicial.

    Existen dos tipos principales de trasplantes de células madre (SCTs):

    Trasplante autólogo de células madre – se utilizan las propias células madre del paciente, recolectadas varias veces en las semanas previas al tratamiento. Las células se congelan y almacenan mientras la persona recibe tratamiento (quimioterapia y/o radiación en altas dosis) y, posteriormente, se devuelven al torrente sanguíneo del paciente mediante una vía intravenosa (catéter en la vena).

    Trasplante alogénico de células madre – las células madre provienen de otra persona (un donante). Generalmente, es un hermano o hermana, aunque la fuente también puede ser un donante no relacionado o la sangre del cordón umbilical.

    Prevención del cáncer en el intestino delgado

    No se sabe con certeza por qué las personas desarrollan cáncer de intestino delgado, pero varios factores pueden aumentar el riesgo de que aparezca la enfermedad, como se mencionó al principio del texto. Evitarlos, cuando sean controlables (como en los casos de la alimentación y el tabaquismo, por ejemplo), es una forma de prevenir la enfermedad.

    Cuando no sean evitables, como en condiciones y síndromes hereditarios, mantenerlos monitoreados a través de exámenes periódicos puede ser una forma de detectar el cáncer en sus etapas iniciales y aumentar las posibilidades de curación.

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